TELEVISIÓN ALEMANA
Anoche, por esas corazonadas que uno no maneja, mientras canaleaba aburrido esperando el desenlace del partido de cuartos de final del abierto de Australia entre Kiefer y Grosjean, se me pasó por la cabeza que de pronto en DW TV estarían hablando algo de Palestina, puse 57 y tenga, un documental sobre Munich.
Parece ser que se trata de una ficción. Es decir, como lo aclara Spielberg al comienzo, de una película inspirada en hechos reales. Spielberg manipula algunos episodios, omite un asunto en Noruega que no entendí muy bien de unos palestinos que vivían en un pueblo remoto, y varios de los entrevistados incluso ponen en duda la existencia del protagonista.
El papel del arte no es reproducir la realidad. Eso me recuerda la muy cicuta opinión que tenía Truman Capote de Kerouac: "Él no es un escritor. Es un mecanógrafo". El papel del arte no es amarrarse a un presunto realismo al repetir siete veces por frase la palabra 'gorronea'. El papel del arte es interpretar la realidad, basarse en ella para expresar una idea. En este caso, el absurdo espiral de violencia que genera la venganza ciega, y más si a esta la sostiene una jugosa cuenta en dólares en un banco suizo. Por cada muerto salen seis nuevos, mucho peor de radicales, que también toca eliminar. Si los verdaderos agentes del Mossad, como se insinúa en el documental de la televisión alemana, son unos asesinos sin escrúpulos y Spielberg se hubiera atenido a esos hechos, seguramente Munich habría sido algo así como Arma mortal VII o Rambo IX. Si el Spielberg entretenimiento de los 70 y comienzos de los 80 se hubiera atenido a los hechos objetivos, Tiburón no habría sido una joya del género de terror sino, a lo sumo, un interesante documental sobre la vida en el océano. Creo que Munich, en manos de Spielberg, es una obra de alcance universal. Funciona en Colombia. Nos sirve. Porque llevamos ni idea cuántas décadas matándonos unos a otros con la disculpa de que ellos, los otros, comenzaron. Y así estamos.
4 Comments:
Por eso es que todas las explicaciones, racionalizaciones, causas, etc. etc, ad nauseam dadas por nuestros violentólogos sobre porqué nos matamos siempre se quedarán cortas: no se les siente la indignación. En cambio uno sí se la siente a Spielberg, y él sí se la hace sentir a uno. Indignación, pura y simple, ante la muerte insensata, grosera, y despiadada de este tipo de violencia.
Gracias por el aporte. Evidentemente cuando el drama de la violencia y la muerte se reduce a cifras frías y temas de debate cuya finalidad es engrandecer el ego de los pazólogos, violéntólogos y colombianólogos se vuelve algo abstracto y, lo que es peor, explicable, manipulable.
Lo más triste es que la gente va a llorar cuando vea Munich, pero ni una lagrimita de rabia e importencia al levantarse y ver la primera página de El Tiempo.
Gracias por recomendar la película. La veré.
También quiero decirte que esas corazonadas son cada vez menos metafísicas. Es decir, vivimos en una uniformidad informativa tan increíble que mientras en Alemania se habla de Munich, Spielberg da una entrevista para promocionar su película en Madrid, channel 4 en Inglaterra saca un documental homónimo, los columnistas de los periódicos hablan sobre ello, ves anuncios por la septima sobre la película, etcétera, etcétera... así, nuestro seso termina bombardeado por los temas que quieren que pensemos, hablemos, discutamos... hoy comunicar e informar es sinónimo de abrumar.
Sigue escribiendo sobre literatura, política Colombiana y sobre tus descubrimientos en la música clásica.
Sísifo
El mito de Sísifo
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