EL DODGE DEMON

Ver un Dodge Demon en Bogotá es como ganarse la lotería. A comienzos de los 70 los había por montones. Verde perico, anaranjados, casi todos adornados con flamas que hacían alusión a su velocidad de vértigo. Y de pronto desaparecieron o, mejor, fueron a parar a pueblos y veredas, donde suelen verse todavía varios de aquellos modelos que hicieron épóca en el pasado en las grandes ciudades.
El Dodge Demon fue el equivalente criollo ensamblado en Colombia del Mustang, del Corvette... Estaba en los piques clandestinos, para los puristas era un carro 'lobo' pero en realidad no hizo más que suplirle una necesidad a los gomosos de la velocidad en tiempos en los que importar un carro era un lujo que no se permitía casi nadie. O mejor, tiempos en los que tener carro era un lujo. En un comercial de entonces, que si mal no recuerdo promocionaba Simcas a plazos, el 'Gordo' Benjumea aseguraba: "Tener carro no es un lujo, es una necesidad". Ahí tienen a uno de los culpables de los trancones y el exceso de carros de nuestros días.
Pero bueno. Demon, Simca 1.000, Simca 1.300, Dodge Polara, los camioncitos GMC, los Commando Viasa... encontrarse de pronto con esos carros remueve viejas nostalgias. De tarde en tarde aparecen, a veces con cargamentos de bocadillo veleño, a veces en lugares lejanos como Barichara, como Honda... a veces salen todos al tiempo a la calle y es posible ver, en un sólo día, más Renaults 4 que en los últimos cinco años.
Bueno, esa sólo pude verle la parte posterior a aquel Dodge Demon (eso fue un domingo hace poco más de un año) y desde entonces no he vuelto a ver más.