UN POCO DE HISTORIA
Yo no sé casi nada de historia pero este debate electoral que ha iniciado el presidente Álvaro Uribe Vélez a vainazo limpio me recuerda vagamente (¿vagamente?) el horror que vivió Colombia en 1949 cuando los sicarios de Ospina Pérez asesinaron al hermano de Darío Echandía (el candidato liberal) y este último se retiró de las elecciones por falta de garantías. Sólo hubo un candidato (Laureano Gómez) y Colombia entró, ahora sí de lleno, en la pesadilla de la violencia sin fin.
Los precandidatos tienen el derecho y el deber de debatir ideas, de cuestionar a sus adversarios con argumentos. Pero con ideas, no con con vainazos descontextualizados que, parece, va a ser el arma a utilizar por unos y otros. Cuando Uribe comience a hacer proselitismo impune amparado en las encuestas, el presupuesto y la maquinaria del estado, muy probablemente los candidatos de la oposición encontrarán razones más que de sobra para decir que no hay garantías, radicalizar al máximo el debate electoral y ahí sí cualquier cosa puede pasar.
Ya ha pasado, además. Recordar no más el horror que vivió Colombia a finales de los 80 cuando los narcos, los paras y ciertos miembros de la derecha exquisita, amparados por elementos de la seguridad del Estado, asesinaron a Jaime Pardo Leal, José Antequera, Luis Carlos Galán, Carlos Mauro Hoyos, Enrique Low Murtra, Guillermo Cano, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro.
Destrozar la democracia es muy fácil. Una democracia tan débil y de mentirillas como la nuestra, mucho más. Y resulta aún más fácil hacerlo cuando quienes lo hacen dicen hacerlo a nombre de ella, dizque para defenderla.
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