EN GINEBRA SIN GINEBRA (1)
Llegar de noche y por tierra al Valle es muy extraño. Es llegar a otro país, inesperado, además...
Uno viene de Cundinamarca (mi patria chica, no cambio Cundinamarca por nada del mundo) y el Tolima, tan bonito por los lados de Espinal, Chicoral y Gualanday bajo el sol del final de la tarde aunque uno sabe de sobra que respira una mezcla peligrosa de aire muy oxigenado con pesticida, luego una variante que se agradece porque no toca entrar a Ibague y luego lo inevitable... La Línea plagada de tractomulas.
En realidad la sensación de país distinto no comienza en el Valle sino en los alrededores de Armenia. Antes tocaba atravesar Calarcá, el centro de la ciudad y ahora no, se medio pasa por un barrio de Calarcá y de una se entra a una red de variantes y uno da vueltas alrededor de fincas y supone que a mano derecha debe haber una ciudad y a cada rato aparecen accesos a Armenia, al aeropuerto, a Pereira, a Caicedonia y Sevilla (la vieja carretera a Cali, la de la curva del violín), se baja suave, re suave y se pasa por un par de puentes y supone uno que en alguno de ellos empieza el departamento del Valle del Cauca y en La Paila aparece una autopista super bien señalizada, casi siempre con separador, no entra uno jamás a ninguna ciudad o pueblo, sólo letreros y flechas y tres kilómetros antes uno ya sabe que viene la entrada a Tuluá o a Buga o un retormno y mucho más rápido de lo previsto aparece un letrero menudo, retorno a Ginebra.
El viernes por la noche el asunto todavía es medio tranquilo. En el auditorio Gerardo Arellano deben estar en medio de la segunda eliminatoria del Concurso Mono Núñez y en la plaza principal se presentan grupos, muchos grupos y varios de ellos intentan prender la fiesta. Se puede caminar tranquilamente por entre los enormes dumis inflables de cerveza Poker, aguardiente Blanco del Valle y un ron marca Premium. En las casetas los centenares de hectolitros de bebidas alcohólicas esperan la llegada masiva de turistas, prevista para el sábado y el domingo.
Y así es, en efecto... En la mañana del sábado todavía se mantiene la calma y el la sede del Bachillerato Musical (más exactamente en el solar de los mangos) se presentan agrupaciones infantiles y juveniles. Mientras tanto, en el Parque Recreativo están las expresiones autóctonas. Así que uno tiene que escoger entre pasado y futuro. Entre lo que toca salvar a toda costa y los llamados a salvarlo a la vuelta de cinco a diez años. Decidí ir a hacerle fuerza a los jóvenes y de todo lo que oí, en general bacano porque ver niños dedicados a la música siempre será bacano, me gustó en especial el grupo Amadeus, del colegio Champagnat de Pasto.
Ginebra es un pueblo de calles amplias, muy amplias, de arquitectura muy sencilla. Al mediodía comienza a calentar el sol y amaga con despejarse el Páramo de las Hermosas. A lo lejos una calima densa y una que otra humareda muy difusa le recuerda a uno que está en el territorio de las inmensas plantaciones de caña de azúcar. La iglesia, típica iglesia bonita de pueblo, pero con una imagen de la virgen del Rosario desproporcionadamente grande.
El Páramo de las Hermosas seguía nublado. Esperar que se despejara aunque fuera 10 minutos para ver esa gran cantidad de picos que lo coronan...
Por la tarde, los maestros. Un concierto homenaje al grupo Nueva Gente. Ahí, mientras me descrestaban las interpretaciones y los arreglos de bambucos y pasillos clásico, así como nuevas composiciones a cargo de bandas instrumentales, comencé a sentir cierta bronca. ¿Cómo es posible que Colombia no tenga ni idea de que existen esos músicos capaces de llevar los ritmos andinos al territorio del jazz, el bossa nova, qué se yo, hasta música clásica, si se quiere? ¿Cómo es posible que un pianista como Germán Darío Pérez sea un ser anónimo por fuera del cerrado círculo de los iniciados? Y eso que a esas alturas del paseo todavía no había visto en el escenario al violinista Santiago Medina, de apenas 20 años, ni a Plecto Trío, ni a... bueno, es un listado largo, muy largo...
Había que volver a la plaza, a la calle. Un minitoque de Sancocho buscar más cervezas Poker. Aparecieron bien claritas Alfa y Beta del Centauro, la Cruz del Sur. Ahora Ginebra era una feria total, vendedores de sonbreros, artesanos, comida en las calles, más y más dumis gigantes de Poker, Blanco del Valle y Premium iluminados por dentro.
Del páramo de las Hermosas comenzó a bajar un aire tibio.
4 Comments:
En Agosto la invitación es a Caicedonia.
Para esa estoy re planillado. ¿Es en Sevilla o en Caicedonia?
Las fiestas de Agosto son en Caicedonia!
Digamos que el América ya no me cae del todo mal... pero de ahí a quererlo... El Valle sí es del putas...
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