Friday, June 17, 2005

TRAQUETOTITLÁN (6)

Hacía rato que yo no venía por estos lados. Cada vez está peor. Las chozas colgantes que llegan hasta la cima de Monserrate, todo el tiempo caen cosas de allá arriba, basura, líquidos putrefactos, papeles, muchos papeles suspendidos en el aire, parece un estadio de fútbol argentino cuando salta a la cancha Boca, Rosario Central o Racing... Qué locura vivir allá, en la mitad de esos peñasvcos. Hay que estar muy vaciado para parar allá... La trocha del antiguo funicular y el camino al viejo Santuario (dicen que hoy es la sede de una secta satánica que se lo tomó por asalto) son los únicos posibles accesos... ¿De qué vivirán? Nadie se atreve a subir por esos desfiladeros y, sin embargo, ya no queda ni un metro cúbico por construir, antier me dijo Báez que ya construyeron por detrás de Monserrate, que talaron esos bosques que eran del Acueducto, que ya hay barrios nuevos casi que en la punta del alto de La Viga.
- Bajemos por la 26, Carranza, me ordena de pronto Don Salvador.
- ¿La 26? Pero... Don Salvador... La 26 ya no existe... ¿No recuerda, patrón, que los puentes esos de mediados del siglo XX se vinieron al piso hace años y eso se volvió fue un pantano plagado de ratas, basura e indigentes?
- Ah, sí...
Ese Don Salvador, qué envidia olvidar así, de un día para otro, estos años de guerra y muerte tan duros que volvieron a Bogotá un basurero de 30 millones de habitantes.
Bajo por La Macarena, por alguna de esas calles empinadas que se volvieron un bazar de ropa usada y fritanguerías, puros inquilinatos se volvió esto, desemboco en la carrera Quinta, puro enfrente de las ruinas de las Torres del Parque, declaradas Patrimonio de la Humanidad hace un par de años por Unesco. Eso dijeron por la radio. ¿Qué será eso de Unesco?
Don Salvador vuelve a dormirse. Es imposible seguir por la Quinta, que se interrumpe en el fétido pantano de la antigua Avenida 26.
Por suerte tengo un salvoconducto al día y los Cascos Azules que cuidan la Embajada de Bélgica me dejan ingresar al Bosque Izquierdo. Voy a dejar a don Salvador en la Casa de Risaralda, seguro allá lo reciben y lo acomodan en algún sofá, esos manes lo consideran mucho porque le deben un par de favores.

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