Friday, May 13, 2005

TRAQUETOTITLAN (3)

Acabo de darle un par de bofetadas a Fajardo para que se despierte. Me mira avergonzado mientras se toma un gran sorbo de agua de una especie de cartinplora con forma de cuerno de vaca y luego riega el resto sobre su cabeza y su cara.
"Los otros músicos llegan por su cuenta", me asegura mientras se ajusta la chaqueta y sacude su sombrero de charro.
"Eso espero", le digo.
Por la Avenida El Rosal, después de pasar el río Bogotá, por suerte no hay tanto tráfico. Pero es imposible ir rápido. Está llena de huecos y en algunos sitios han construído chozas en la calzada lenta de la vía. Los nombres de los barrios evocan municipios y veredas abandonados: Comuna Aguadas, Barrio Bugalagrande, Concentración Guamal... La gente escampa dentro de sus casas de madera y mira pasar buses destartalados. Uno que otro carro blindado de tarde en tarde se aventura por esos lados.
Al pasar por Siberia por fin le puedo meter la chancleta a fondo. Gracias a Don Salvador esa parte está perfectamente pavimentada y no hay ni una casa a por lo menos cinco metros de la vía.
Un grupo de inmigrantes acaba de instalar un par de carpas en la zona verde de una bomba de gasolina ubicada a mano derecha. Parecen como de Santander o Boyacá. En máximo tres horas los sacan corriendo de ahí. 100 metros adelante de nosotros dos buses que van casi a 80 chocan repetidamente el uno con el otro. El chofer del bus de la derecha le manda machetazos al ayudante del bus de la izquierda. "Siempre se pelean por recoger cualquier pasajero", suspira Fajardo con cara de aburrido. El de la izquierda, el de la carrocería carcomida por el óxido que alguna vez perteneció a Flota Águila, pierde el control y se incrusta en las ruinas de un antiguo peaje. Pasamos de largo. Parece que no hubo muertos.
"Carranza, y ese nombre tan raro que le pusieron a su patrón... Salvador", me comenta Fajardo.
"Tengo entendido que es en honor a un expresidente. Salvatore Mancuso creo que se llamaba".
En la radio sólo suenan rancheras. Corridos y rancheras. Ya ni siquiera hay noticias. Sólo música de despecho y rancheras.

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