TRAQUETOTITLÁN (12)
A Gonzalo Carranza le deprime ir a la Ciudad Prohibida. Es como vivir en un cementerio. El silencio es absoluto. A veces pasan por las calles carros muy elegantes. La mayoría están parqueados en los andenes, sin gasolina. Decenas de carros de escoltas que ya no funcionan se pudren sobre los andenes. En las ruinas del antiguo parque que se tragó la maleza es posible ver dos bustos ya desfiguradas y corroídos. De acuerdo con lo que aún se lee en las placas de metal verdosas, se trata de un tal Leo Katz y de un tal José Gabriel Ortiz. Carranza no tiene ni idea quienes habrán sido esos personajes.
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