Friday, November 25, 2005

TRAQUETOTITLÁN (10)

A don Salvador Gacha le encanta ir a la Gran Plaza de Mercado. No tiene nada que hacer allá pero el olor de las frutas le evoca su lejana infancia, tiempos anteriores al grán éxodo final a las cuatro ciudades. Los mayoristas lo saludan con mucho respeto. Don Salvador Gacha ya es incapaz de matar a una mosca pero es una leyenda. Un héroe. Un prócer. "Si supieran que ha perdido la memoria", piensa Carranza. Lo ayuda a sentarse sobre un bulto de trigo recién llegado de Argentina.
En la Gran Plaza de Mercado no dejan entrar a casi nadie. Cuatro cinturones de seguridad se encargan de alejar a los instrusos indeseados que van en busca de comida para sus familias. En la Gran Plaza se almacenan las pocas frutas y verduras que llegan del campo. Casi nadie vive en el campo. Sólo trabajadores de las inmensas fincas ganaderas, guardias armados. El país es un inmenso potrero, con mínimos parches de bosques, así que las fincas las cuidan con helicópteros y avionetas. Allí sólo hay ganado y la carne la venden en otros países. Las verduras y frutas que llegan a la Gran Plaza de Mercado van a dar casi todas a Ciudad Prohibida, donde las venden a precios bien altos, al barriecito de los belgas que pagan en euros, a las casas de los grandes jefes, quienes las reparten entre sus familiares y su gente de confianza.
La gente normal come lo poco que puede sembrar en los patios y terrazas de sus casas. A las tiendas de barrio sólo llevan alimentos a punto de podrirse y los racionan de acuerdo a como se han portado sus habitantes. Si se han quejado, han robado mucho o han puesto problema, pues los calman a punta de hambre.
Gonzalo Carreño ve con pesar los bultos de naranjas que se pudren en las bodegas mientras afuera los niños se mueren de hambre. Parece que este año la cosecha de naranja ha sido abundante. Son naranjas de Pacho, la tierra de los antepasados de su patrón.
Que los excedentes se pudran, son órdenes de los duros. Con la comida toca ser inflexible. Con la comida y con el agua potable.
Alguna vez su padre le había contado a Gonzalo Carranza que los Duros se apoderaron de la capital cuando consolidaron su control sobre la Gran Plaza de Mercado. Luego se apoderaron de los acueductos, de Vitelma, Chingaza, Tibitoc, La Regadera y la ciudad se rindió a sus pies.
Desde entonces las cosas son así. Y la gran ciudad, la enorme ciudad que hace décadas se tragó toda la Sabana, ha aprendido a respetar a los Duros. Como debe ser.

1 Comments:

Blogger Bailarina said...

Muy bueno que escriba algo distinto a Uribe y su reelección, aunque debo reconocer que gracias a eso le he seguido un poco la cuerda. Muy bueno este recuento, y esa desafortunadamente es la realidad de nuestro país, siempre rindiendo pleitecía a los duros (de todo). Lo de botar los excedentes sucede en todas partes, sino pregunte en los restaurantes caros...

8:44 AM  

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