LECTURAS DE FIN DE AÑO
A paso de cangrejo, de Günter Grass. Excelente novela corta acerca del hundimiento del buque de pasajeros Wilhelm Gustloff, en enero de 1945, torpedeado por un submarino soviético. Este episodio, que provocó muchísimas más víctimas que el Titanic (se calcula que entre 6.500 y 10.000 muertos, casi todos civiles, muchísimos niños) pasó inadvertido porque los nazis no querían desmoralizar a la población y porque los soviéticos no querían desprestigiarse por haber sacrificado a tal cantidad de civiles inocentes. Grass hace una reconstrucción de la tragedia y, de paso, aprovecha para reflexionar acerca de la Segunda Guerra Mundial y la reunificación de Alemania, dos temas muy recurrentes en sus novelas y ensayos.
La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq. Me encantó. A mitad de camino entre ciencia ficción y alegato sociológico, enfrenta de manera nada políticamente correcta el drama de la vejez, de los cuerpos que se degradan, de ese afán que tenemos los humanos por no morir, por la eterna juventud.
Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa. Se deja leer. A ratos divertido pero muy ligero, además tiene mucho cliché propio del que vivió en París y Londres y Madrid, en sus momentos más bajos parece escrito por Plinio Apuleyo Mendoza. Infinitamente superior es su novela Conversación en La Catedral, que estoy releyendo (en realidad leyendo, porque la había leído hace siglos, en 1979), una radiografía de cómo funciona un país cuando cae en manos de militares corruptos, como le sucedió a Perú durante la dictadura de Odría.
La vida nueva, de Pamuk. Un poco latosa a ratos. Cuando a Pamuk le da por filosofar y por hacer listados es un poco tedioso pero el final de esta novela es muy lindo. Básicamente habla de un man enamorado de una mujer que ama a otro y se dedican a recorrer Turquía en bus, se enredan con mafiosos, en últimas es como un homenaje a un país que ya no existe, que se lo tragó lo peor de occidente: los letreros de neón, la publicidad y las multinacionales que acaban con los productos locales.
Zukermann encadenado, de Philip Roth. De esa tetralogía de novelas me leí dos. No sé qué decir... Roth es un narrador muy divertido pero se mete demasiado en minucias de la comunidad judía de Estados Unidos y del gremio de los escritores. Pronto me leo las otras dos para ver si me hago una idea más clara.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home